Descripción
Salvo honrosas excepciones, la crítica literaria ha pasado como de puntillas por la cuestión del origen judío de Kafka, sin apenas encontrar ninguna relación entre su obra y este aspecto de su biografía. Pero el hecho de que sus relatos no tengan una temática explícitamente judía, no significa que puedan ser leídas sin tener en cuenta la pertenencia de su autor a un pueblo que, por los años en que él estaba escribiendo, empezaba a ser objeto de terribles amenazas por parte de organizaciones y partidos antisemitas.
A través de los escritos más confesionales, sus Diarios y Cartas, Sultana Wahnón en este libro traza una imagen poco conocida del autor: la de un intelectual judío que, profundamente preocupado por los avances del enemigo antisemita, se comprometió a fondo, en el terreno de la ficción literaria, con la trágica situación de su pueblo, haciendo así posible que una buena parte de su obra pueda ser leída hoy en clave política, desde la perspectiva de lo que él mismo llamó la “intervención del sionismo”.
El Proceso, la novela que Kafka empezó a escribir en 1914, sería en este sentido un caso privilegiado. El detenido análisis que se lleva a cabo en la primera parte de este libro demuestra que el escritor habría construido su famosa novela de una forma menos “abierta” de lo que se ha venido sosteniendo, y que, por lo tanto, sería posible, a partir de la materialidad del texto -y de su inscripción en las convenciones de un antiguo género literario-, llegar a una conclusión cierta sobre la inocencia del Josef K., en cuyo imprevisto arresto y asesinato habría que ver una genial plasmación literaria de los temores e inquietudes del propio Kafka ante los acontecimientos y discursos que le permitieron presagiar lo peor que podía llegar a ocurrir en relación con el judaísmo europeo.