Descripción
VIAJE AL CORAZÓN
Durante el regreso en el barco, el atardecer se teñía de color dorado. Elisabeth miraba al sol. Su mano derecha estaba puesta en nada. Desde el momento en el que había confiado en ella, dejó de temer lo que podría acaecer en el futuro. El amor era un río de fuego que brotaba de su corazón y de su frente, y entregó se suerte a Dios. Fuese lo que fuese tan extraña palabra para él.
-La cueva de diamantes que me has mostrado es lo más maravilloso que he visto-comentó Santiago en voz baja.
-El diamante, la esmeralda, el topacio, el rubí, el zafiro, la malaquita, el berilio, la celestina, la calcita, el cuarzo, la selenita, la kunzita… son la expresión mineral del reino de los dioses-respondió Elisabeth.
Santiago miró sorprendido a la mujer.
-Ya sé que como ingeniero y geólogo que eres no crees en estas fantasías que parecen propias de “Alicia en el País de las Maravillas”.
-Por supuesto que no creo en tales supersticiones. Mi mundo está formado por el rigor de los estudios científicos y la representación de la realidad mediante modelos de interpretación de la misma.