Descripción
El tema de la obra comienza a definirse en la Introducción, donde el autor apunta el propósito del libro: la salvación del alma por medio del amor y del temor de Dios, con plena confianza en la justicia de sus determinaciones.
Es claro el predominio de la doctrina del justo tomada del libro de Job, en esta parte de la obra. Plantea además la existencia de tres clases de amor y tres etapas en la vida del hombre, que se relacionan de la siguiente manera:
Es claro el predominio de la doctrina del justo tomada del libro de Job, en esta parte de la obra. Plantea además la existencia de tres clases de amor y tres etapas en la vida del hombre, que se relacionan de la siguiente manera:
En la primera etapa (juventud), el hombre se siente dominado por la tercera clase de amor, el amor a las diversiones mundanas.
En la segunda etapa (madurez) surge el amor a los padres. El ser humano siente el peso de la responsabilidad de sus deberes, es decir, lo que corresponde a la segunda clase de amor.
En la tercera etapa (vejez), el cuerpo y el alma unen sus fuerzas por buscar a Dios, el Amor verdadero, que es la primera clase de amor. Pero este Amor ha de lograrse también en los años de juventud y madurez, cuando todavía el cuerpo está en la plenitud de sus fuerzas. Es necesario que el hombre sienta el temor de Dios, haciendo que su alma, cuya santidad se asemeja a la divina en sus obras, luche con el cuerpo para encontrar la salvación lejos de los placeres. Termina la Introducción con palabras de esperanza para los que quieran leer su libro y seguir sus avisos y consejos.
Cuatro versículos tomados de distintos lugares de la Biblia sirven de lema para pasar al cuerpo de la obra. El autor describe minuciosamente los pecados que ocasiona- ron la primera y segunda caídas del Templo, y lleva al lector a la conclusión de que tales pecados son los mismos que, por olvido de las enseñanzas de los profetas, se aferran en el alma de aquellos que se muestran aparentemente limpios de espíritu.
En el capítulo I (Causas de la caída del primer Templo) hay tres tipos de faltas: la idolatría, la lujuria y el asesinato. La idolatría comprende veintidós apartados, que revelan los momentos en que el hombre, alejado de Dios, puede estar, consciente o inconscientemente, al servicio de los ídolos, por ejemplo, cuando prefiere el juego antes que la celebración de las fiestas religiosas, cuando deja seducir su alma por la superstición o por el hechizo, cuan- do miente, etc. La lujuria abarca siete aspectos, que se relacionan en parte con los de la idolatría y también con los nueve del epígrafe siguiente: el asesinato. Así, en las tres clases de pecados se observa una especie de constante espiritual, la maldad en todas sus acepciones, y otra de tipo físico: el cuidado en el aseo ritual.
El capítulo II (Causas de la caída del segundo Templo) relata la prosperidad del pueblo judío antes del desastre, las ambiciones de poder de los justos y las consecuencias que padecieron por el olvido del cumplimiento de la Ley. La falta de unidad nacional, la enemistad, la envidia, la desvergüenza, y sobre todo las normas necesarias para rezar correctamente cada día, es lo más destacable de este capítulo, al que siguen como epílogo general nuevas pa- labras de esperanza de salvación, que componen el breve capítulo III (Esperanza).
En el capítulo IV (El recuerdo de Jerusalem) vuelve el autor a prevenir al hombre contra las perniciosas consecuencias del abuso del vino y de los bailes, y recoge de los sabios las señales que hacen recordar los motivos que ocasionaron las destrucciones del Templo y la decadencia política, social y espiritual del pueblo judío de aquel tiempo.
Por último, el capítulo V (Peregrinación a Jerusalem) señala las normas precisas para orar en tierras de Judá, y finaliza con rogativa a Dios en demanda de ayuda para la salvación de sus almas.
Termina la obra con las Komplas del felek…, especie de resumen rimado que, pese a ser parte de otro libro, condensan las principales enseñanzas de este pequeño trata- do de moral.