Descripción
¿Cuántas veces hemos oído afirmar a los jóvenes, e incluso a los que ya no son tan jóvenes, «paso de política»? Hoy, la clase política se ha convertido en el tercer problema del país, y los partidos políticos en la institución peor valorada. Y no es casualidad que en las recientes manifestaciones donde se demandaba «democracia real, ya», miles de personas hayan gritado que los políticos «no nos representan». Sin embargo, se equivocan quienes vaticinan que la sociedad está despolitizada: no solo hablamos y discutimos de política como nunca, sino que estamos en condiciones de criticarla. Con las elecciones las urnas se llenan de votos, y las audiencias de los programas televisivos donde intervienen políticos aumentan progresivamente.
Entonces, ¿qué está ocurriendo? Tal vez solo que por fin somos conscientes de que si no hacemos política, la hacen otros, y por eso exigimos intervenir, deseamos ser consultados y defender nuestros intereses. Las razones de la crisis de nuestra democracia son, pues, la incapacidad para plantarle cara a las fuerzas mundiales del mercado, para resolver los problemas o satisfacer las demandas básicas de los ciudadanos, priorizar los intereses partidistas a los generales y haber perdido la capacidad para explicar de forma clara lo que se hace.
De modo que lo que ocurre es que queremos y tenemos derecho a otra política. Pero hay muchos lugares desde donde hacerla: el corazón, los sentimientos, los intereses y la razón. Este libro habla de la posibilidad de esa nueva forma de hacer política: su autor comparte las conclusiones de su dilatada experiencia en política y en las redes sociales con dos tipos de jóvenes, y el resultado es un diálogo entre distintas generaciones sincero, donde ningún interrogante ni planteamiento está vetado.
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