Descripción
Uno de los filósofos judíos (1906-1995) contemporáneos más relevantes, siguiendo aquí el género del comentario talmúdico por él renovado, como ya hiciera en Cuatro lecturas talmúdicas, plantea, aborda y confronta con la acuciante cotidianidad los ejes centrales de su filosofía: la responsabilidad ilimitada más allá de toda libertad individual o de cualquier planteamiento justificador del error humano, del pecado humano -si se nos permite-, pues aquí la razón moral o ética es engendrada por la Torá. Y no le duelen prendas a nuestro autor al afirmar que «la filosofía deriva para mí de la religión. La filosofía es llamada por la religión en deriva, y probablemente siempre la religión esté a la deriva». Los antiguos debates del Talmud no pierden vigencia y enseñanza para nuestro tiempo que, como entonces, si bien a escala cósmica, se ve inmerso en problemas como: quién ha de hacer justicia; hasta dónde se tolera el hambre ajena para multiplicar el beneficio económico; las búsquedas de primacías entre masculino y femenino, entre juventud y ancianidad, guerras que nos «arrojan a los abismos de la interioridad sin rivales»… en fin, cómo diferenciar hechicería y religión, ídolo y Dios. Lo simplemente sagrado y aquello verdaderamente santo.