Descripción
ALBORADAS DE ESTRAPERLO
Tres veces llamó el cartero, con el mismo remite afectivo, a las puertas siempre animosas del corazón de Cristino, tres. La primera, cuando a sus veinticinco impulsivos años, y en la más pura y dura posguerra española, Cristino traslada furtivamente a una incógnita dama, monte nocturno a través, hasta Francia. La segunda, un cuarto de siglo más tarde, cuando, en un reencuentro inesperado y fugaz con aquella sombría e idolatrada mujer, Cristino tiene que pechar con el aseado principio moral de que los impulsos emocionales, en el cabal cincuentenario de toda la vida, deben supeditarse al peso convincente de la razón y a la lógica que de su ejercicio derive. Y la tercera, en la andadura octogenaria tanto de Cristino como en la de su recobrada antorcha guía, cuando al vaso eucarístico del amor ya nada ni nadie lo constriñe y rebosante éste de primaveras refrenadas y de proyectos anulados, sin convencionales atadijos ni reglamentarias fronteras, bate récords de naturalidad, sube al podio y se erige en trofeo