Descripción
El orden burgués alcanza su plenitud. La edad de las utopías ya pasó, por fortuna. Pero, ¿significa esto que el presente puede dormir complacido?; ¿qué, al volver la esquina, ninguna amenaza lo acecha? Nada de eso. Hasta ahora, el revolucionario negaba el acontecer en su ser denso y puro: creía poder descubrir su sentido recóndito, y proyectar programas de acción. Hoy, por el contrario, el hombre de la revolución reconoce al devenir su infinita facultad de asombre. Por ello la nueva Gran Política consiste en apuesta, de inciertos resultados.
Ser revolucionario es adorar la incertidumbre; ser conservador, aferrarse a la seguridad del presente por miedo a lo ignoto. Removamos los rescoldos de la historia, lo que parece muerto: tal vez alguna opción abortada labore aún por tomar revancha. Apliquemos el oído a la tierra para escuchar sus sigilos, mensajeros de terremotos que quizás no veremos, ni imaginamos siquiera.
Este libro quisiera pensar todo lo que pudiera pensarse sobre nuestra actualidad; así, nada más podría pensarse sobre ella. ¿Para qué? ¿Para rehuir pensar? Al contrario: para quedar obligados a pensar de otro modo y a rebasar el maldito presente. ¡Forzar el arribo del pensamiento futuro!
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